En el tejido poético de la historia costarricense, Jorge Debravo se erige como un faro literario, cuyas palabras han iluminado los corazones de generaciones y trascendido el tiempo. Su legado literario persiste, impregnando las vidas de aquellos que han tenido la fortuna de compartir un árbol genealógico con él. Este artículo busca explorar la experiencia única de ser el nieto del ilustre poeta costarricense, reviviendo recuerdos de recitales de poesía y plasmando la amalgama entre sus versos y las melodías que han perdurado a través de los años.
Desde temprana edad, los recitales de poesía de personas que declaman la poesía de mi abuelo Jorge Debravo eran una constante en mi vida. La magia que desprendían sus palabras impregnaba el aire y se grababa en mi alma de niño, unas voces que derramaban en llanto y se emocionaban con cada alegría y amor a la humanidad. En esos encuentros, las personas se congregaban en torno a la poesía, jurando haber conocido a mi abuelo en diversos ámbitos: políticos, literarios y personales. Aunque él partió muchísimo antes de que yo naciera, su presencia se sentía en cada anécdota compartida y cada verso recitado.
La figura de Debravo no solo era un referente literario, sino también un personaje presente en los círculos políticos. Sus poemas reflejaban un compromiso profundo con la justicia social y los derechos humanos, abriendo los ojos de muchos a la realidad que vivía Costa Rica en su época. En cada verso, encontramos su voz comprometida, su lucha por un mundo más justo y humano, y su sensibilidad ante las vicisitudes de la vida.
Uno de los momentos más significativos de mi vida ha sido la experiencia de musicalizar los poemas de mi abuelo Jorge Debravo. Transformar sus letras en melodías ha sido un ejercicio desafiante y enriquecedor. Cada palabra tenía que ser tratada con delicadeza, respetando su esencia poética y su mensaje profundo. La música que creé se convirtió en un homenaje, una forma de mantener vivo su legado poético a través de una nueva dimensión artística. E igualmente importante, la probación melódica de cada poema por mi abuela, Margarita Salazar, ya que, cada poema tiene su fuerza y emoción, los cuales, ella recuerda perfectamente.
Al cantar estos poemas, me sumergí en su universo, intentando comprender la profundidad de sus pensamientos y emociones. Fue como si mi abuelo estuviera presente, susurrando a través de las notas. Cada canción era un diálogo entre su voz y la mía, una conexión que trascendía el tiempo y el espacio. En esos momentos, sentía que nos fusionábamos en una sola expresión artística, un puente entre generaciones que celebraba la belleza de la palabra.
En conclusión, ser el nieto de Jorge Debravo ha sido un privilegio que ha marcado mi vida de manera profunda. Su legado poético ha moldeado mi visión del mundo y ha inspirado mi camino en la música y la escritura. De ahí nació la canción “A Jorge Debravo”, con cada pregunta que me hacían: ¿Qué se siente ser nieto del poeta? A través de sus versos, su presencia perdura y su voz sigue resonando en cada melodía que interpreto. Su vida y su obra continúan siendo un faro de inspiración para todos aquellos que tienen el honor de llevar su sangre y su poesía en su corazón.
